Da la receta de tu plato preferido. — КиберПедия 

История развития хранилищ для нефти: Первые склады нефти появились в XVII веке. Они представляли собой землянные ямы-амбара глубиной 4…5 м...

Архитектура электронного правительства: Единая архитектура – это методологический подход при создании системы управления государства, который строится...

Da la receta de tu plato preferido.

2022-12-20 39
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Ingredientes: _______________________________________________________________________________________________________________________

 

Preparación: _______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

6. Contesta a las preguntas:

¿Cuál fue el motivo del regreso de Paco a España?

¿Crees que vivía mejor en Alemania que en su tierra?

¿Qué problemas encuentra un emigrante dentro y fuera de su país?

¿Hay trabajadores emigrantes extranjeros en tu país? ¿Conoces sus problemas?

 

4

 

 

  Las dos y media. Cari termina de comer a eso de las dos y media, y antes de marcharse a la playa pasa por la piscina. Debajo de un toldo, con un minúsculo bikini blanco, más maravillosa que nunca, tumbada sobre la hierba, la bella Rosa. Y a su lado, sonriente, admirativo, seductor..., Eneko, que hoy tiene el día libre. A don José no le gusta que el personal alterne con la clientela, pero Eneko... Debe de estar enamorado de Rosa. Eso es: está enamorado de Rosa. Ahora lo ve todo claro. Cari sube a su habitación, se echa en la cama y empieza a llorar.

 

 

5

 

 

  Las cinco y cuarto. Cari ha vuelto a su trabajo, después de una siesta agitada y de un corto baño en la playa. Hacía demasiado calor y había comido demasiado. La culpa es del marmitako de Eneko. Odia la cocina vasca. A partir de ahora sólo comerá gazpacho. Se abre la puerta y aparece un joven muy moreno y delgado, con pantalones vaqueros y una camisa blanca. Lleva un ramo de rosas rojas, que deja delante de Cari.

- ¿La señorita Rosa Linares?

- Sí. ¿Quiere que la avise? Debe de estar en su cuarto, o en la piscina...

- No, no es necesario, gracias. Ella ya sabe de quién son las flores. Se las dejo aquí.

- Vale. ¿Hay que firmar algún papel? ¿O entregarle una tarjeta?

- No, no. Únicamente déle las flores, nada más.

  Y se marcha tan rápidamente como ha llegado. Sin propina ni nada. Cari oye un motor que arranca delante de la entrada, va a llamar a la habitación de Rosa, pero cambia de idea. Coge el ramo y decide llevárselo ella misma.

  - ¿Se puede?

- Adelante.

- Con permiso. Un chico le ha traído estas rosas. Me ha dicho que usted ya sabe.

- Pero, ¿por qué te has molestado en subirlas tú? ¿Se han ido los botones?

Cari sigue allí, plantada, sin moverse. La habitación huele a hierbas raras, como a incienso, y Rosa tiene una mirada extraña. “A lo mejor estaba durmiendo”, piensa.

- ¿Tenías que decirme algo más? – pregunta Rosa, impaciente.

- No, nada.

- Pues gracias y hasta luego. – Y Rosa le cierra la puerta en sus narices.

- ¡Qué cruz! – añade. Pero se va contenta, porque, por lo menos, sabe que Eneko no está con ella.

 

 

6

 

 

  Las siete y media. Cari mira el reloj. Sólo le falta media hora para terminar su servicio. Uf, está harta de la recepción. El teléfono no ha parado de sonar en toda la tarde y los nietos de doña Rosa han estado jugando y gritando en la escalera. ¡Qué gente más ruidosa y más pesada! Como para confirmar su idea, baja en ese momento doña Rosa, apoyada en el brazo de su hija mayor y seguida de sus otros dos hijos...

- ¿Dónde está don José? Quiero hablar inmediatamente con don José.

  Está pálida, parece muy nerviosa y agitada.

  “¿Qué le pasará ahora?”, se pregunta Cari mientras llama a la puerta de don José:

- Don José, es doña Rosa, que quiere hablarle.

     Entran los cuatro e inmediatamente después se oyen voces y hasta gritos, pero Cari no puede oír bien la conversación. Al cabo de diez minutos, se abre de nuevo la puerta y esta vez es don José el que está muy pálido:

- Cari, ha pasado algo muy grave: ha desaparecido el anillo de brillantes de doña Rosa. Por lo visto, antes de bajar a la piscina, después de comer, lo dejó en la mesilla de noche y, cuando subió, a las seis menos cuarto, ya no estaba. ¿Ha visto usted entrar a alguien sospechoso en el hotel?

  El corazón de Cari empieza a latir muy deprisa.

- Yo... Bueno, yo después de comer he estado en la playa... Pero, ahora que recuerdo, sobre las cinco vino un chico a traer unas flores, una docena de rosas para Rosa, la nieta de doña Rosa. Se las llevé a su cuarto yo misma... Pero el chico se fue enseguida. Oí perfectamente el motor del coche.

- ¿Está segura de que se fue enseguida? ¿No volvió a entrar por el jardín? ¿No lo vio en la escalera?

  Entretanto, doña Rosa y sus hijos han salido del despacho y la miran fijamente. Cari sabe que está poniéndose colorada, terriblemente colorada.

- ¿Dice que usted misma subió con las flores sobre las cinco? Pues es precisamente a esa hora cuando desapareció el anillo. ¡Qué casualidad! – dice doña Rosa con una mirada acusadora.

- Para subir al segundo hay que pasar, naturalmente, por el primero... – dice la hija Rosi con una sonrisita de conejo.

  Cari tartamudea:

- Ta... también se pu... puede subir al primero por la puerta de... del ja... jardín... – y está a punto de echarse a llorar.

  Interviene don José, conciliador:

- ¿Ha venido alguien más? Piénsalo bien.

- Bueno, el cartero, como todos los días... Y luego la chica del bar de al lado, a cambiar un billete de cinco mil pesetas... Y hace un rato el camión de las bebidas... Y... Y..., yo qué sé, los clientes que no paran de entrar y de salir.

 

 

- Hay que llamar a la policía. Ese anillo vale muchísimo dinero – dice doña Rosa.

  Don José se asusta:

- No, por favor, no hay que perder la sangre fría. Creo que de momento no es necesario. El anillo puede haberse extraviado: vamos a buscar sistemáticamente en todo el hotel. Tiene que aparecer.

  Todo el clan se pone en movimiento y empieza a buscar: detrás de los sillones, encima de la chimenea, debajo de la alfombra, debajo de las camas, en los rincones del cuarto de baño, en el suelo y en los cajones de los armarios...

  Todos buscan, excepto Rosa. “¿Dónde estará Rosa?”, piensa Cari, a cuatro patas debajo de su mesa.

    

 

7

 

 

  Las nueve. Había quedado con Nacho, Soledad y Vicente, unos amigos que conoció en los primeros días de trabajar en el hotel, para ir a cenar a Mojácar y después a una discoteca, pero ha tenido que llamarlos para decirles que es imposible, porque no está libre. Le duele la espalda y la cabeza de tanto agacharse y levantarse. El anillo no aparece por ningún sitio y Cari empieza a preocuparse. ¿Qué va a pasar? Un olor a hierba viene del jardín, que Paco acaba de regar, y este olor le recuerda otro olor, a hierbas también... Una lucecita se enciende en su cabeza... Coge la llave maestra [62] y sube silenciosamente al segundo piso. Llama a la puerta del 207... No responde nadie. Abre sin hacer ruido. La habitación está muy desordenada: el sari y el bikini por el suelo, zapatos por todos lados, la cama sin hacer, el armario abierto... Y el ramo de rosas, las pobres rosas que se están muriendo de sed, encima de la mesa, sin agua, sin jarrón, abandonadas... Cari observa que el papel de aluminio que envolvía las puntas, para proteger las manos de las espinas, está roto y hay algunos trozos de él en el suelo y en la mesa. “Qué raro” – piensa -. Les ha quitado el papel pero no las ha puesto en agua...” Coge un trozo de aluminio del suelo y observa que hay un poco de polvo blanco adherido a él.

- Huy, huy, huy..., aquí hay gato encerrado...

  Se guarda el papel en el bolsillo y baja las escaleras, procurando no ser vista. Baja directamente a la cocina, donde Eneko está preparando una sopa de pescado que huele muy bien, y le dice:

- Eneko, tengo que pedirte un favor muy grande...

  Mari Carmen, que está pelando cebollas, levanta la cabeza llorando como una Magdalena y sonríe, irónicamente, a pesar de sus lágrimas.

- Ya está ésta...

- ¿Decías algo?

     - ¿Yo? No, nada.

 

 

8

 

 

  Las nueve y cuarto. Una moto arranca con mucho ruido delante de la puerta del hotel.

 

 

9

  

 

  Las diez menos veinticinco. El puerto de Garrucha está animadísimo. Familias enteras se pasean, tomando el fresco y esperando la hora de la cena. Algunas parejas se besan en los bancos, hablando muy bajito. Grupos de pescadores terminan de recoger los utensillos de pesca y, abandonando los barcos, se dirigen hacia sus coches y motos, o van despacio hacia sus casas. Ha terminado la subasta del pescado y en el mercado sólo quedan algunos grupos de hombres. En un rincón oscuro hay un hombre moreno y alto, con una cazadora de cuero y gafas negras.

  Una joven muy guapa, morena también, que lleva algo en la mano cerrada y parece muy nerviosa, se acerca lentamente a él.

  El hombre de las gafas negras fuma nerviosamente. Todavía no la ha visto.

  Cari grita:

- ¡Es ella!

- ¿Estás segura de que sabes conducir la “Yamaha”, Cari?

- ¡No te preocupes, mi hermano tiene una igual! La conozco muy bien.

  Eneko se baja de la moto y Cari monta sola con gran decisión.

- ¿Crees que te llegarán los pies a los pedales?

  Cari prefiere no responder. “Qué cruz, qué cruz”, murmura.

- ¡Suerte! – le grita Eneko.

- ¿Y tú, qué vas a hacer?

- ¡Volveré en auto-stop al hotel, estáte tranquila, pero después de veros subidas a las dos en la moto!

  La joven morena está a diez metros del hombre con gafas. Cari pasa junto a ella, da bruscamente media vuelta con la moto y le grita:

- ¡Súbete inmediatamente a la moto, Rosa! ¡Se ha descubierto el robo!

  Rosa la mira asustada, sin saber qué hacer... El hombre levanta la cabeza, las ve y saca una navaja del bolsillo de la cazadora, avanzando rápidamente hacia ellas...

- ¡Sube, te digo!

  El hombre está a unos pasos de ella. Por fin, Rosa reacciona y se monta detrás de Cari en la “Yamaha”, que salta, casi vuela en dirección a la carretera. El hombre

 

 

intenta correr hacia un coche, aparcado a la entrada del puerto; pero en ese momento, Eneko tropieza con él distraídamente y el hombre se cae.

- ¡Perdone! Iba distraído. ¿Se ha hecho daño? – se disculpa Eneko con una sonrisa. El hombre dice una palabrota y mira furioso la lucecita roja de la moto de las dos chicas, que se aleja a una increíble velocidad.

Eneko avanza unos metros y se instala al borde de la carretera con el pulgar derecho en alto, bien visible. Pero los coches pasan... Y el tiempo también.     

 

 

10

 

 

  Las diez menos cuarto. Los cabellos de las dos muchachas vuelan al viento de la noche. No llevan el casco reglamentario y Cari piensa:

- Si nos ve la policía... ¡Lo que nos faltaba!

  Rosa va muy silenciosa y como avergonzada. Por fin, Cari rompe el silencio; pero no es fácil hablar con la velocidad de la moto:

- Rosa, tú andas en un lío de cocaína, ¿verdad?

- ¿Cómo lo sabes?

- Por lo de las flores... El chico, tan raro..., y lo del anillo...

- ¿Qué dices? ¡No te oigo!

- ¡Lo del anillo!... Y aquel polvo en el papel de las rosas...

- ¡Pareces Sherlock Holmes!

- Hombre, no hay que ser demasiado lista...

- ¿Lo saben los demás?

- No creo, pero la policía llegará dentro de diez minutos.

- ¡Qué horror! ¡Hay que hacer algo!

 

 

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  La moto va a 140 kilómetros por hora. Cari piensa otra vez:

- Huy, si me coge la policía...

  Pero hay que darse prisa. Le da pena Rosa, antes tan segura de sí misma y ahora tan frágil y preocupada, como una niña pequeña. Piensa que debe ayudarla.

- ¿Quién era ese hombre, Rosa?

- Es un camello [63]. Me envió la cocaína y yo tenía que pagarle esta noche y...

- ¡Habla más fuerte, no te oigo!

- Que yo tenía que pagarle y distribuir la droga y no tengo dinero.

- ¡Ahora comprendo!

- ¡Por eso cogí el anillo de la abuela!  

 

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  Cari para bruscamente la moto y le dice,mirándole a los ojos:

- Estás completamente loca, Rosa. Ahora mismo vas a hacer lo que yo te diga: desde una cabina llamas a tu abuela y dices que no sabes nada de lo que pasa y que esta tarde cogiste el anillo porque ibas a salir con unos amigos y querías presumir con él. Que como tenías mucha prisa, no te dio tiempo para decírselo, pero que ahora te has acordado y la llamas para tranquilizarla, ¿vale?

- ¡Qué idea, Cari! ¡Eres maravillosa! Pero ese hombre me va a matar, seguro que me va a matar...

- Ese es un problema entre tú y la policía, Rosa, yo sólo puedo ayudarte a devolver el anillo... Pero, yo que tú, hablaría con la policía, de verdad.

   Hay una cabina a la entrada de una urbanización. Cari mira si alguien las sigue... No hay peligro.

-¿Hotel Veramar? ¿Me pone con doña Rosa Azcárate, por favor? Abuela, soy Rosa...

   - Pero, Rosa, ¿dónde te has metido toda la tarde?

- Es que me fui con unos amigos de Madrid a la hora de la siesta. No te preocupes, vuelvo enseguida al hotel. Te llamaba para decirte, abuela, que, como no te encontraba por ningún sitio, no pude pedirte permiso y... como son unos amigos muy ricos, pues..., quería presumir delante de ellos y cogí tu anillo de brillantes. No te importa, ¿verdad? – termina muy deprisa, y al otro lado del hilo Cari oye gritos y exclamaciones.

- ¡No es posible, abuela! ¿Todo eso ha pasado por culpa mía? ¡Qué horror, qué vergüenza! No sé cómo pedirte perdón. Vuelvo ahora mismo al hotel, pero no te enfades, abuelita querida, que no lo he hecho con mala intención... Ha sido, sólo por divertirme...

  Rosa abre la puerta de la cabina, y Cari, ve que tres enormes piedras preciosas en su dedo anular, brillan en la noche...

  Las diez menos cinco. Rosa baja de la “Yamaha” en la puerta del hotel y le da un beso a Cari.

- No sé cómo darte las gracias...

- Anda, anda... Devuelve ese anillo. Pero eso no vale nada, si no decides también cambiar de vida...

- Eso es fácil decirlo. Mucho más fácil que hacerlo. Pero lo intentaré. Prometido.

  Cari va a bajarse de la moto también, pero lo piensa mejor y da media vuelta, en dirección a Garrucha. Se oye el ruido del mar y el viento juega con sus cabellos cortos. Mete la cuarta, la quinta... Le encanta la velocidad, por eso le gustan las motos... Se cruza con algunos coches, pero, por más que mira, no consigue ver el interior por culpa de los faros... Cuando faltan pocos kilómetros para llegar a la

 

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 entrada de Garrucha, ve a un muchacho alto y rubio, que, apoyado contra un árbol hace auto-stop hacia Mojácar... Cari cruza la carretera y frena bruscamente delante de él:

- ¿Puedo serle útil en algo, caballero? – pregunta ceremoniosamente, muy seria.

- Desde luego. Bájese ahora mismo de esa moto y devuélvasela a su legítimo dueño...

  Cari se baja riendo. “¡Qué pena! Con lo que le gusta conducir...”. Se instala detrás de Eneko, abrazada a su cintura. Huele un poquito a ajo, pero no le importa.

- Estaba preocupada por ti... Ese tío tenía una pinta [64]...

- A mí tampoco me gustaba nada... ¿Viste la navaja?

- ¡Qué horror! Y Rosa, tan cándida como parecía. Menuda doble vida lleva.

- Así son los ricos. Oye, Cari, ¿sabes una cosa? Pues que esta noche no vamos a volver al Veramar porque nos vamos los dos a bailar a una discoteca. ¿Te apetece?

- Me estoy muriendo de ganas... Pero, ¿y la cena?

- No te preocupes. Como es mi día libre, ya se ocupará el sustituto de calentar la sopa, freír el pescado, hacer la ensalada y sacar del congelador el helado. Y Mari Carmen le ayudará. Vale mucho esa Mari Carmen. Es una joya [65].

  Algo pasa como una nube por el estado de felicidad total de Cari, pero prefiere olvidarlo.

  Las diez y media. Cari y Eneko entran en una discoteca de Mojácar. Acaban de poner la canción preferida de Cari, la canción del verano. Eneko le sonríe mientras salen los dos a la pista y Cari, por fin, se siente feliz.

    

 

13

 

 

  El mes de junio se está terminando y siempre a finales de mes hay más movimiento en el Veramar. Doña Rosa llama por teléfono a la recepción, imperiosa como siempre.

- ¿Podría prepararme la cuenta para mañana? Nos vamos muy temprano.

- Haré todo lo posible. Yo no empiezo a trabajar hasta las nueve, pero se la dejaré a don José esta tarde, antes de marcharme.

- Que no se olvide, ¿eh?

- No señora, esté tranquila. No se me olvidará.

- Yo, en su lugar, la haría ahora mismo para evitar olvidos.

- Señora, le repito que tendrá su cuenta lista mañana a primera hora de la mañana. “Dios mío, qué plomo [66] ” – gime, colgando el teléfono.

 

  Va hacia la calculadora y piensa: “¿Cuándo se decidirá este hombre a comprar un ordenador?” Suma todos los gastos de la familia Azcárate: bar, teléfono, lavandería, un telegrama, algunos sellos, postales... y, naturalmente, una semana completa, seis habitaciones, ¡ah!, y el I.V.A., ya se le iba a olvidar el I.V.A.... “Uf, qué tranquilos nos vamos a quedar...” Pero de repente, se pone triste sin saber por qué... Pero se da cuenta de que es por Rosa. Por Rosa que se ha hecho amiga de Cari en estos últimos días, desde la terrible aventura de Garrucha, y que varias noches ha subido la escalerita de caracol que conduce a las habitaciones del personal para charlar con ella. La primera noche, serían las once, llamaron suavemente a su puerta y cuando abrió, Cari no se lo podía creer.

- ¿Te pasa algo?

- No, es que vengo a darte las gracias...

- ¿Las gracias de qué?

- Mujer, las gracias por todo, por el peligro que habéis corrido los dos, por vuestra generosidad, por vuestra discreción... ¿sabes? Yo nunca he tenido amigos como vosotros. Todos mis amigos siempre han sido interesados, siempre han salido conmigo por algo: o porque mi abuelo era ministro, o porque mis padres tenían dinero...

  Cari piensa: “En eso tienes razón: cuanto más rica es la gente, más egoísta. ¿Por qué será?”

- Anda, pasa y siéntate un rato. No tengo nada de beber, pero podemos oír música. Me he traído el radio-casette y unas cintas... ¿Te gusta Sabina [67]?

- Me encanta.

- Pues aquí tengo “Hotel, dulce hotel”, justamente. ¿La ponemos?

  Cari busca la cinta, la coloca, le da al botón.

- No puedo ponerla muy alto, por los huéspedes...

- Qué le vamos a hacer.

  Las dos se sientan en el suelo, delante de la ventana abierta por donde entra la luna llena.

- Fíjate qué luna más maravillosa.

- Es verdad, los cielos del Mediterráneo son únicos, todo el mundo lo dice.

- Rosa, tú estás traficando con cocaína, ¿no?

- Lo que me pasa a mí, Cari, es que no tengo personalidad. Soy muy, pero que muy influenciable. Cualquiera me convence y me lleva por su camino. Yo entré en el mundo de la droga porque me enamoré locamente de un chico que era “camello” y no supe resistirme... Y una vez que estás en el circuito, es casi imposible salir. No te dejan salir para que no les denuncies.

- Ya. Pero alguna manera habrá de salir, Rosa. Tú no quieres acabar mal, ¿verdad? Yo que tú hablaría con la policía o con algún abogado de confianza. No sé. Búscate a alguien que pueda echarte una mano.

- ¿Ir a la poli? Eso, jamás. ¿No ves que irían con el cuento a mis padres? Y si   

 

  se enteran me matan. ¿Y mi abuela? Tú conoces a mi abuela, es un monstruo.

- Pero te quiere mucho, Rosa. ¿Qué crees que es mejor: seguir viviendo con esta angustia o decir la verdad y cambiar de vida?

  Rosa se calla. La voz de Sabina llena el silencio de la noche. Tiene la mirada triste. “¡Qué pena! – piensa Cari -, con lo guapa que es.”

- ¿Y qué fue de aquel chico?

- Hace mucho que no lo veo. La última vez que lo vi estaba muy mal, fatal, ingresado en un sanatorio.

  Otro largo silencio y Sabina se calla también.

- ¿Y tú, Cari?

- Yo... bueno, tengo un amigo en Cartagena, un tío [68] muy majo, últimamente las cosas no van bien entre los dos...

- ¿Por qué? ¿No os lleváis bien?

- No es eso, es que de pronto ha dejado de interesarme: es muy raro, porque antes me gustaba mucho y nos llavábamos muy bien. Pero, ahora, sin embargo, ya no me apetece verlo. No sé...

- Eso es que te gusta otro... – sonríe Rosa.

- ¡Qué va!

  Rosa se levanta perezosamente.

- Bueno, me voy a la cama. Me muero de sueño.

  Se dan un beso y se despiden.

- Que duermas bien.

- Que descanses.

  Antes de cerrar la puerta, Rosa le advierte:

- Oye, y mucho cuidado con el de la navaja, es peligroso... Lo conozco bien... Yo que tú no saldría sola.

- No te preocupes. Buenas noches, Rosa.

  Cari siente un escalofrío en la espalda y cierra la puerta con llave. Para darse ánimos pone otra de sus canciones preferidas. “Pongamos que hablo de Madrid”, y, poco después, sin dejar de pensar en Rosa, se queda dormida.

    

 

 

PARA COMPROBAR LA COMPRENSIÓN

 

1. Di si son verdaderas o falsas las siguientes frases:

 

1. Cari termina de comer, y antes de marcharse a la playa pasa por la piscina.

2. Debajo de un toldo ve a Carmen y a su lado está Antonio.

3. A eso de las siete de la noche se abre la puerta y aparece un joven rubio y delgado que lleva un ramo de rosas rojas.

4. El joven dice que el ramo es para Rosa Linares.

5. Cari va a llamar a la habitación de Rosa, pero decide llevárselo ella misma.

6. Rosa se pone muy contenta e invita a Cari a su habitación.

 

2. Termina las frases:

1) Doña Rosa está pálida, parece nerviosa, dice que quiere...

2) Al cabo de diez minutos don José dice que ha desaparecido...

3) El anillo de doña Rosa vale muchísimo dinero por eso ella quiere llamar...

4) La hija Rosi mira a Cari con una sonrisita de...

5) Cari sabe que está poniéndose...

6) Todo el clan se pone a buscar el anillo, excepto...

7) A Cari le duele la espalda y la cabeza de tanto...

8) Un olor a hierba regada...

9) Cari abre la puerta del 207 sin...

10)La habitación está muy...

11)En un trozo del papel de aluminio...

 

3. Explica el significado de las palabras y expresiones siguientes:

 

¨ ser pesado

¨ una sonrisita de conejo

¨ tartamudear

¨ encenderse una lucecita en la cabeza de alguien

¨ aquí hay un gato encerrado

¨ llorar como una Magdalena

                                                               

Contesta a las preguntas

¿Qué favor le pide Cari a Eneko?

¿Cómo es el puerto de Garrucha?

¿Cuánto tiempo tardó Cari en llegar al puerto de Garrucha?

¿A quiénes ve Cari?

¿Cómo se portan Rosa y el hombre de las gafas?

¿Qué confiesa Rosa a Cari?

 

¿ Por qué le da pena Rosa a Cari?

 

5. Reproduce la conversación por teléfono de Rosa y su abuela empleando las expresiones siguientes:

¨ pedir permiso

¨ presumir delante de los amigos

¨ por culpa de

¨ con mala intención

¨ ¡qué horror!

 

        

6. ¿Qué piensa Eneko de la vida que lleva Rosa? ¿Estás de acuerdo con él? Argumenta tu punto de vista.

7. En el texto busca sinónimos a las palabras y expresiones siguientes:

¨ ayudar

¨ llegar a saber

¨ animarse

¨ tener buenas relaciones con alguien

 

8. Explica ¿por qué las personas tan distintas como Cari y Rosa se han hecho amigas?


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