Habla de Rosa, de sus problemas. — КиберПедия 

Особенности сооружения опор в сложных условиях: Сооружение ВЛ в районах с суровыми климатическими и тяжелыми геологическими условиями...

Археология об основании Рима: Новые раскопки проясняют и такой острый дискуссионный вопрос, как дата самого возникновения Рима...

Habla de Rosa, de sus problemas.

2022-12-20 37
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10. Da característica comparativa de Cari y Rosa.

 

Cari:                                                        Rosa:            

 

Físico________________________       Físico____________________________

____________________________        ________________________________

____________________________        ________________________________

____________________________        ________________________________

 

Manera de ser__________________         Manera de ser______________________

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14

 

 

- Hotel Veramar. Dígame.

- Quería hablar con Caridad Lozano, por favor.

- Mamá, ¿eres tú?

  La voz de su madre, con su acento del Sur, le llega a través del hilo.

- ¡Cari! ¿Cómo estás, hija? Ya estábamos preocupados por ti... No llamas ni escribes...

- Tienes razón, mamá. Pero es que no paro de trabajar. Acabo muerta de cansancio por las noches...

- Pero comerás bien, ¿verdad, Cari? ¿Comes bien? Di...

  “Qué obsesión, las madres, con la comida”, piensa Cari.

- Sí, mamá, como muchísimo, no te preocupes. Estoy engordando y todo, ponte contenta. Además, tenemos un cocinero vasco fenomenal.

-  ¡No me digas! ¿Y el dueño? ¿Es buena persona? ¿Se porta bien contigo?

- Psé. Un poco raro, pero no es mala pesrsona. ¿Y vosotros?

- Yo, bien, pero Paloma ha erstado con anginas y Manolo ha tenido un pequeño accidente con la moto, nada de particular, aunque la moto está en el taller desde hace una semana.

- ¡Qué mala suerte! Pero, a él, ¿seguro que no le ha pasado nada?

- No, no, sólo unos rasguños en la rodilla y el susto, claro.

- Bueno, bueno. Menos mal. Y Paloma, ¿ya está bien?

- Sí, ya sale a la calle, pero ha tenido mucha fiebre. Tuvimos que llamar al médico y todo, y le recetó antibióticos. Se ha quedado muy débil, la pobre.

- Vaya por Dios. Cambiando de tema, ¿hace mucho calor por ahí?

- ¡Huy, terrible! Un horno. Treinta y ocho grados a la sombra. No te digo más. ¿Cuándo piensas venir a vernos? Te echamos muchísimo de menos.

- Y yo también, mamá bonita. Este fin de semana. Estoy libre a partir de las ocho del sábado, así que...

- ¡Huy, qué alegría! Si vienes, te haré gazpacho y una paella y...

  Después de colgar, a Cari le entra una enorme nostalgia de su madre, de su familia y de Cartagena. No lo piensa más: este fin de semana irá a verlos.  

 

 

15

 

 

  Paco se acerca a la recepción con una sonrisa misteriosa.

- Me lo ha dado para ti la nieta de doña Rosa, la guapa, antes de marcharse esta mañana, cuando estaba yo limpiando la piscina.

  Y le tiende un paquete.

 

  Cari lo abre cuidadosamente: ¡El maravilloso sari de seda color azafrán y una pulsera india de plata, que un día Cari admiró en el brazo de Rosa! Dentro del paquete hay una tarjeta: “ Para que no me olvides. He pensado mucho en nuestra conversación de la otra noche y muchas cosas están cambiando en mí. Un beso. Rosa.

 

 

16

 

 

  Cari ha decidido irse a Cartagena en auto-stop. Sabe que no es muy prudente, y que puede ser incluso peligroso, pero no hay transportes directos desde Mojácar y si quiere aprovechar su tiempo libre, desde las ocho de la tarde del sábado hasta las nueve de la mañana del lunes, no tiene otro remedio.

  A las ocho en punto, le entrega la llave de la caja a don José, que pone mala cara porque Cari se va.

  “¡Es el colmo! Como si yo tuviera que pedirle permiso para organizarme el fin de semana... ¡Qué tío!” piensa Cari mientras sube las escaleras de dos en dos. El gatito “Regaliz” la espera delante de la puerta de su cuarto, como todas las tardes:

- Pobre “Regaliz”, qué pena que no puedas venir conmigo... Pero el auto-stop es algo poco recomendable para los gatos. Ven, tengo una idea. Conozco a alguien que va a cuidar de ti de aquí al lunes...

  Cari da unos golpecitos en una puerta y la abre antes de que le den permiso. Eneko la mira con ojos asombrados:

- ¿Qué pasa?

- Nada, que he pensado que, como me voy, podrías ocuparte de “Regaliz” hasta el lunes.

  Echa una rápida ojeada a la habitación, que está bastante desordenada: ropa por el suelo, cintas, la cama deshecha, un libro de cocina abierto... Y, encima de la mesa, junto a todo tipo de objetos en desorden, una enorme fotografía de una chica muy sonriente, toda dientes y melena rubia...

- ¿Y adónde te vas?

- Por ahí... ¿Es tu hermana? – dice con fingida indiferencia.

- ¿Quién?... Ah, no. Es una amiga de San Sebastián, una chica muy maja.

- Ah, ya. Bueno, entonces, ¿qué? ¿Te vas a ocupar de “Regaliz” o no?

- Hombre, siempre que no me vacíe el frigorífico...

- Ya sabes: leche por la mañana, hígado o carne picada a mediodía y por la noche una mezcla de cereales y pescado... Ah, y procura que no salga del hotel, que puede pillarlo un coche.

  Eneko la mira burlón:

 

- ¿Y a qué hora lo baño? ¿Qué tipo de sales prefiere, lavanda o limón? ¿El aperitivo en el jardín o en el salón? ¿Le busco un canguro [69] para las noches?

- Tú eres tonto. – Cari deja a “Regaliz” en brazos de Eneko, que no sabe qué hacer con él y se va, dando un portazo, echando, antes de marcharse, una mirada asesina a la chica del retrato.

  En su cuarto, que está justo enfrente, ya ha preparado una bolsa de viaje con las cosas más necesarias, un poco de dinero y el carnet de identidad. Baja las escaleras de tres en tres y en el vestíbulo se cruza con Paco:

- ¿Adónde vas con estas prisas?

- ¡A mi tierra!

- ¿A estas horas? ¿Y en qué vas?

  Cari levanta el pulgar derecho, sonriendo.

- Huy, huy, huy... Mucho cuidado, niña, que hay mucho loco por las carreteras.

- No te preocupes, Paco. Yo sé lo que hago.

- Bueno. Ojalá tengas suerte. Que te diviertas. Ah, y recuerdos al del “ Dos caballos ”[70]...

- No se te escapa una, Paco. Todo lo sabes y todo lo ves. Pero el del “Dos caballos” ya no me importa mucho.

- Ahora te gustan mas las motos... ¿A que sí?

- Muy gracioso – le dice con cierta ironía, pero, a pesar de eso, Cari se pone colorada y sale corriendo.

  No quiere ponerse a hacer auto-stop enfrente del hotel, que da a la carretera, por si la ve don José. Así que anda unos cien metros hacia el norte, deja la bolsa en el suelo y se coloca esperando que algún coche se decida a pasar. “Son las ocho y cuarto – piensa -. Me gustaría llegar a Cartagena para cenar. Seguro que mi madre me ha hecho alguno de mis platos preferidos”.

  Pasa un coche alemán, lleno de cabezas rubias, y no se para. Pasa después un camión de suministro de gasolina... “Huy, éste, no Qué miedo si se incendia”. Pasa después un taxi de Mojácar, una ambulancia con su sirena, dos turismos con familias y muchos niños dentro... Cari empieza a impacientarse. Durante unos minutos no pasa nadie. Cari baja la mano. Aparece un camión en el horizonte. Vuelve a levantarla. Es un enorme camión de una empresa frutera. Cari oye un fuerte ruido de frenos y un chófer musculoso y sonriente, en camiseta, le abre la puerta.

- ¿Adónde vas?

 

- ¡A Cartagena! ¿Pasa usted por allí?

- No, dejamos la costa en Aguilas y después vamos hacia el interior, a Lorca, pero te podemos dejar en Aguilas y ya estás a mitad del camino.

- Vale – dice Cari subiendo. Hubiera preferido un “Mercedes”, pero a caballo regalado, no le mires el diente, como dice siempre su madre.

- Muchas gracias – añade, sentándose junto al conductor.

  Al fondo de la cabina hay una cortinilla y detrás se oyen unos ronquidos. Cari se asusta:

- No tengas miedo, es “ La Bella Durmiente ”[71], mi compañero. Vamos hasta Francia y ahora le toca a él dormir. Conducimos cuatro horas cada uno.

  Cari mira al camionero de reojo. No es que tenga mal aspecto, pero no le convence que lleve una barba mal afeitada, ni que vaya en camiseta y, sobre todo, que la mire tanto... No está muy tranquila. Pone la bolsa entre los dos y se instala en el extremo opuesto del asiento.

  -¿Quieres que te ponga música?

  - No, gracias, que se va a despertar su amigo...

 - Huy, a ése no le despierta ni un cañón. Duerme siempre como un tronco [72] - contesta, mientras pone una cinta de sevillanas [73] a todo volúmen.

  - ¿Y va usted a menudo a Francia? – dice llamándole de usted para marcar distancias.

  - ¡Huy!, sí. A cada momento.

  -¿Y qué tal el viaje?

  - Bien. En Alicante tomamos la autopista del Mediterráneo y ya no hay problemas: llegamos al mercado de Perpiñán por la mañana temprano.

  Delante del chófer, la fotografía de una mujer, morena y joven, con dos niños; una estampa de la Virgen de la Fuensanta [74]; otra de San Cristóbal, patrón de los conductores; un ramito de claveles de plástico; una plaquita metálica que dice: “Papá, no corras mucho”...; un trébol [75] de cuatro hojas... Dios mío, qué camión, parece un supermercado.

- ¿Es usted casado? – pregunta Cari señalando la fotografía.

- ¡Qué va! Esa es la mujer de mi compañero. A mí no me atrapa nadie – se ríe muy fuerte -. Tengo una francesita en Perpiñán; una morenita preciosa en mi pueblo; una...

  Cari se aprieta cada vez más contra la ventanilla derecha del camión y se pregunta cuánto faltará para llegar a Aguilas.

  Como si adivinara sus pensamientos, el camionero exclama:

- Ya estamos llegando a Aguilas. ¿Nos tomamos una cerveza a la entrada del pueblo? Hay una cafetería con una chiquita pelirroja que me trae loco...

  

- No, no. No se moleste. Tengo muchísima prisa. Otro día... Gracias.

  El camionero le aprieta la mano hasta hacerle daño y le aconseja:

- Es mejor que te pongas a esperar aquí, a la salida de la gasolinera: así, el que quiera llevarte no tiene que frenar y no hace una maniobra peligrosa.

- Vale, vale. Y otra vez mil gracias por todo.

- De nada, mujer, a una chica tan bonita como tú la llevaría yo al fin del mundo. Lástima que no vayas a Francia. ¡Adiós! ¡Oye! ¿Cómo te llamas?

- ¡Caridad, Cari para los amigos!

- Bueno, pues, ¡adiós, Cari!

  Y se aleja, con gran ruido de frenos. Cari piensa que en realidad era un hombre simpático y que ha tenido suerte de que la cogiera él. “Ya es casi de noche”, piensa Cari un poco preocupada, volviendo a ponerse en postura de perfecta auto-estopista.

  Pasa, rapidísima, una moto con una pareja vestida de cuero negro y cascos ultramodernos. Cari los sigue con la mirada, nostálgica, y cuando vuelve a mirar para la izquierda, ve un coche blanco parado delante de ella, con la portezuela entreabierta:

- Puede subir. Voy en esa dirección.

- Gracias.

  Cari obedece, desconcertada y se instala junto al hombre delgado y moreno, con gafas negras, a pesar de ser de noche.

- ¿Y adónde va usted, exactamente, por favor? – ptegunta Cari, un poco extrañada de que el conductor no se lo haya preguntado.

- Las niñas bien educadas no hacen tantas preguntas, preciosa – dice una voz glacial justo a su espalda. Se vuelve, aterrada, y ve a otro hombre, idéntico al primero y también con gafas, que hasta entonces había estado escondido. Con la mano izquierda se quita las gafas y con la derecha enseña una enorme navaja.

- ¡El hombre de Garrucha! – dice Cari gritando a punto de desmayarse.

- Exacto, mi querido Watson. El hombre de Garrucha, a quien no le gusta nada, pero nada, nada, que se burlen de él.

  Han llegado a la salida del pueblo y el coche gira bruscamente, entrando en una carretera secundaria que se aleja de la costa. Cari piensa bruscamente en su madre, que la espera en Cartgena con la cena preparada, y se siente muy mal. Le duele el estómago y la cabeza le da vueltas.

- Por Dios, por Dios, ¿adónde me llevan? No pueden hacerme esto. ¿No ven que mi madre me está esperando para cenar? Déjenme salir del coche, se lo ruego...

- ¿Has oído Juanito? La señorita tiene hambre, su mamá la espera para cenar.- El llamado Juanito se ríe con una risa horrible, llena de dientes amarillos -. No te preocupes, corazón, que Juanito y Jorgito te van a preparar un biberón especial para niñas de buena familia como tú. – Juanito vuelve a reírse y Cari lo odia con todas sus fuerzas.

- Pero ¿qué quieren de mí?

   

  - ¿Que qué queremos? Pues muy fácil: esto es un secuestro, ¿sabes? UN SE-CUES-TRO, ¿te enteras? – y deletrea las sílabas con una sonrisa de vampiro -. Y el rescate [76]...

  - ¿Pero quién va a pagar el rescate, si mi familia es más pobre que las ratas? Mi madre es viuda. Somos seis hermanos y además el mayor está en el paro y encima yo sólo tengo un contrato de cuatro meses en el hotel y... y...

  Cari se echa a llorar. No puede más.

- Tranquila, muñeca. Nosotros no queremos molestar a la mamá de la señorita. Lo que nosotros queremos es que pague el rescate la señorita Rosa Linares. ¿Te suena este nombre? Porque si la señorita Rosa no paga inmediatamente los diez millones de pesetas que vamos a pedirle por teléfono, la policía y sus papás pueden enterarse de muchas cosas feas relacionadas con su vida privada, y sería una pena... ¿No crees que sería una pena?...

  Cari sigue llorando, llorando desesperadamente. Juanito le da un pañuelo, pero ella lo rechaza.

- Jorgito – le dice al otro cínicamente -, le doy asco a la señorita...

  Sí, en verdad, lo que siente Cari es asco, asco de estos dos bandidos.

- Bueno, nena. Ahora escúchanos atentamente: vamos a pararnos en una cabina. Voy a llamar a Rosa en Madrid, para que diga a su familia que deje el rescate en el lugar que le digamos. ¿Está claro?

- Pero yo..., yo... ¡Dios mío!

- Y si no lo hace, cuidadito: su reputación y tu vida corren peligro, ¿sabes? Un accidente le puede ocurrir a cualquiera, ¿verdad, Juanito? Las carreteras se ponen tan peligrosas en verano...

  Juanito se ríe y Cari llora. Busca un pañuelo para sonarse, pero... ¡Dios mío! ¿Dónde está su bolsa? ¡Se la ha dejado en la cabina del camión! ¿En qué estaba pensando cuando se bajó de él? La culpa fue del idiota del camionero, con sus historias de chicas. Se limpia las lágrimas con la mano, observando con terror al gángster que sigue dándole instrucciones:

- Después, te pones tú al teléfono y así ven que es verdad que te tenemos secuestrada, ¿de acuerdo?

  Cari no contesta porque sigue llorando El coche se para a la entrada del pueblo y Cari consigue ver el letrero con el nombre: Lorca. Están en Lorca, Virgen Santísima, lejísimos de Cartagena y su madre con el gazpacho y la mesa puesta... ¡Qué horror! El horrible Jorgito la empuja hacia la cabina, navaja en mano, y Juanito vigila fuera. Mientras, el primero intriduce unas monedas y marca un número, Cari ve, a través del cristal, un bar iluminado, a unos cincuenta metros de distancia. Se oye una tele y se ve a un grupo de jóvenes bebiendo vino en la barra. Una pareja sale del bar, besándose, y pasa cerca de la cabina. Cari hace horribles guiños con los ojos, la boca, la nariz, para atraer su atención, pero nada. Jorgito le

 

pone la punta de la navaja en el costado. La pareja se aleja hacia un camión que está aparcado al borde de la carretera:

- Llama otra vez.

- Pero si están comunicando...

- Aunque estén comunicando. Tú llama y ya veremos si comunican o no.

  En ese mismo momento, el hombre del camión, que estaba besando a la chica, se separa de ella, mira hacia la cabina y hace un gesto de asombro:

- ¡Pero si es Cari, no es posible! – y empieza a correr hacia ella con grandes aspavientos -. Cari ¡qué casualidad! Iba a dejar tu bolsa en el cuartelillo de la Guardia Civil [77]... ¡Te has dejado la bolsa en el camión!

  El coche blanco, con los dos hombres morenos de gafas, arranca con un ruido infernal, y Cari se va desmayando poquito a poco entre los brazos del camionero, que comprueba que, efectivamente, es una chica muy guapa.    

     

 

17

 

 

  Dos horas más tarde están todos en Cartagena, sudando de calor, sentados a la mesa de la madre de Cari, en torno a un delicioso gazpacho que va a refrescar tantas emociones.

- Hija, ¡qué susto nos has dado! Creíamos que te había pasado algo... ¡Vaya horas de llegar!

- Tranquila, señora, que su hija conmigo y con mi compañero “La Bella Durmiente”, aquí presente, no corre el menor peligro...

- Y todavía no me has dicho de qué conoces a este señor, Cari...

  Cari empieza a sudar de nuevo. ¿Cómo va a confesar a su madre que ha venido en auto-stop?

- Bueno..., lo conozco de vista. Es el que nos trae la fruta al hotel, y el otro día me dijo que venía a Cartagena a cargar, y que si quería aprovechar me viniese con él y así me salía el viaje gratis. Y aquí estoy.

  El otro camionero dice:

- Señora, es el mejor gazpacho que he comido en mi vida.

- Muchas gracias, hijo. Lo que pasa es que está un poco escaso, porque no contaba con vosotros, y en casa somos tantos...

  Manolo, el hermano mayor de Cari, propone que vayan todos a bailar a una discoteca al aire libre que han abierto hace poco, a la orilla del mar, pero los dos camioneros dicen que tienen que seguir el viaje, que ya llevan mucho retraso. Se despiden y Cari los acompaña hasta la calle:

- No sé cómo agradecértelo, me has salvado la vida – le dice en voz baja.

 

 

- Calla, calla. ¿Sabes lo que te digo? Pues que ojo con lo de viajar en auto-stop, porque tipos como yo hay pocos, ¿sabes? Oye, ¿tú no te has quedado con la matrícula de los tíos aquellos? ¿No? Pues yo tampoco. No me ha dado tiempo, con el susto que tenía al verte en el suelo... Bueno, ya sabes, cuando pase por Mojácar, entraré al hotel a saludarte.

- Y yo, siempre que viaje por la autopista me fijaré en todos los camiones, a ver si te veo. Y gracias, un montón de gracias por todo lo que has hecho.

  La gente joven se ha ido a la discoteca. Paloma, la hermana más pequeña, está mirando la película de la tele y Cari vuelve a la cocina para ayudar a su madre a recoger las cosas.

- Deja, mamá. Yo fregaré.

- No, hija, que tú trabajas toda la semana.

- Y tú... ¿no trabajas tú todos los días de todas las semanas?

- Bueno, es diferente...

- Claro. Es diferente, porque a ti no te paga nadie.

- Anda, anda. No empieces con tus “feminismos”. ¿Qué quieres que haga yo a mis años?

- A tus años, a tus años... Pues no eres tan vieja. Además estás muy joven para tu edad. Y muy guapa, ¿sabes? Que el camionero también te miraba a ti...

- ¡Huy, hija, menudo Don Juan tu camionero! ¡Mucho ojo [78] con él!, ¿eh?

- Tranquila, mamá, tranquila... Los hay peores. Anda, vamos a fregar entre las dos.

  Cari coge el estropajo y el detergente y va fregando los platos, los vasos, la sopera, los cubiertos... La madre sacude las migas del mantel, lo dobla, recoge las servilletas, pone las sillas en su sitio, pone un jarrón con flores en el centro de la mesa y después coge un paño limpio y se pone a secar todo lo que Cari ha fregado. Mientras, hablan y hablan. A Cari le encanta hablar con su madre, que le cuenta cosas de toda la familia, los amigos, los vecinos, y siempre se ríe, se ríe sin quejarse nunca, a pesar de la vida tan monótona que lleva.

  Cuando todo brilla en la cocina, ya es la una de la madrugada. Cari no hace más que bostezar. Su madre le dice:

- Anda, vete a la cama, que mañana será otro día...

  Cari se mete en la ducha. Después de tantas emociones, una ducha templada es lo más agradable del mundo y entra en su cuarto, que comparte con su hermana Paloma desde que ésta nació. Paloma ya lleva bastante rato durmiendo. Cari se mete en la cama y desde ella mira el mundo tranquilizador de su infancia: su fotografía de primera comunión, el osito que durmió con ella tantos años, sus discos, sus libros, el viejo despertador que hace tanto ruido y una foto de Gabriel. “Es imposible que haya vivido la horrible aventura de esta noche, debe ser una pesadilla”, piensa temblando de miedo entre las sábanas. Como adivinando sus pensamientos, entra su madre y le da un beso:

   

  - Que duermas bien... Estoy tan contenta de que estés aquí...

  - Yo también, mamá – dice Cari, y cinco minutos después se queda dormida.

 

PARA COMPROBAR LA COMPRENSIÓN

1. Reproduce el diálogo de Cari y su madre empleando las expresiones siguientes:

 

<> estar con anginas            <> llamar al médico

<> tener un accidente           <> tener unos rasguños en la rodilla

<>tener mucha fiebre           <> echar de menos

<>recetar antibióticos           <>hacer gazpacho

 

 

2. Contesta a las preguntas:

 

¿Qué regaló Rosa a Cari? ¿Por qué?

 ¿A qué hora le entrega Cari la llave de la caja a don José?

¿A qué hora está en la carretera?

¿Qué hace Cari durante aquellos quince minutos?

 

3. Relata “ las aventuras” de Cari durante el camino de parte de:

 

- Cari;

- el camionero;

- el hombre de Garrucha.

 


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